2/12/17

ENTREVISTA A RUBEN ÖSTLUND

Ruben Östlund: "Nunca doy dinero a un mendigo, no es asunto mío"


El cineasta sueco se alzó con la Palma de Oro en Cannes con 'The Square', una sátira inteligente, temeraria y muy incómoda que desafía la moral de la sociedad occidental y, de paso, arremete contra los farsantes del arte contemporáneo

Ruben Östlund. / Foto de Tobias Henriksson

El cineasta sueco Ruben Östlund se ha revelado como uno de los tipos más fastidiosos e incómodos del cine. No hay película en su filmografía que no provoque mala conciencia, vergüenza, que no desencadene polémica. No hay tampoco muchos artistas hoy capaces de desafiar la moral del mundo occidental con tanto talento y tanta sátira.Y no hay suficientes cineastas que desaten entre el público alaridos de risa histérica de los que se sienten 'pillados'. Ahora, con The Square, película con la que ganó la flamante –y muy controvertida- Palma de Oro en el Festival de Cannes, vuelve a hacerlo.

“En el choque entre el instinto y la cultura suceden cosas muy interesantes”, dice. Christian, su nuevo protagonista, es un tipo elegante, con estilo, programador de un museo de arte contemporáneo, divorciado dedicado a sus hijas, y defensor de las grandes causas humanitarias. Prepara una exposición, The Square, un cuadrado pintado en el suelo donde todos somos iguales y respetamos a nuestros semejantes. Es una incitación al altruismo desde el arte. Pero un día le roban el móvil y la cartera y su reacción va a revelar su otro yo, el del instinto. "Cuando uno intenta hacer lo correcto, lo difícil no es estar de acuerdo con los valores comunes, sino actuar respecto a ellos –sentencia-. El incremento de la y de las personas sin techo en las ciudades del primer mundo nos presenta este dilema cada día".


¿Cuál es la relación del arte contemporáneo con la moral occidental?


El arte contemporáneo es como el background donde tiene lugar esta historia. Yo no estoy interesado en el arte contemporáneo, lo que me interesa es este momento, este mundo, en que todos los seres humanos estamos interpretando un personaje. Mi protagonista, Christian, tiene un personaje para el museo, es un tipo divertido, un creador, pero también es un tipo que tiene conflictos animales, de instinto.

¿El mundo del arte ha perdido la conexión con la realidad?


Se ha perdido completamente la conexión de la cultura con la realidad. Es como ¡coleccionar sellos en este mundo! El mundo del arte contemporáneo es un mundo que hay que criticar. Pero puedes girar la cámara y mirar hacia el mundo del cine, de la industria, de la literatura… todo son cosas comparable con el arte. La película es un acercamiento satírico. 

La brecha entre ricos y pobres, la lucha por una sociedad justa. ¿Cuándo un mendigo se acerca a usted en la calle, qué hace?


Nunca doy dinero a un mendigo. En Escandinavia esto es un problema, una responsabilidad del Estado, del sistema, no es asunto mío. Cuando veo las películas de Kaurismaki, pienso que es un idealista completo. Es una postura que me parece inútil.

Pero si el Estado no soluciona…


Me cabreo, pero yo no tengo el poder, me cabrea mucho que no se haga nada. Podemos hacerlo juntos, hay impuestos para eso, pero esta sociedad en la que vivimos lo lleva todo a lo individual y esto hay que mirarlo desde lo social.

Ya, pero si los gobiernos no actúan, ¿usted se queda tranquilo?


Yo me acepto muy bien así. En Suecia lo único que se les ha ocurrido es hacer una ley que prohíbe pedir, ¿de verdad esto es lo único que podemos hacer?

¿Se reconoce usted en su protagonista?

La mayoría de mis personajes son retratos míos, también el del protagonista de The Square. Me encanta retratar seres humanos y lo que más me gusta es cuando los personajes chocan con ellos mismos, cuando se ven sus fisuras. Primero parece el hombre perfecto, pero lo más interesante surge cuando falla. La verdad es que a Christian se lo pongo difícil. Me asquea ese retrato que hace el cine de los hombres como héroes, ese retrato de la especie humana como algo genial, a lo que amamos y que, desde luego, no es verdad.

Escena de la película 'The Square'

Usted retrata al ser humano viviendo en la trivialidad constante…


Bueno, es que la trivialidad es algo fantástico que está por explorar en el cine, la realidad es una especie de comedia y lo trivial es drama al mismo tiempo. Hicimos el cortometraje Incident by a Bank (Oso de Oro en Berlín) precisamente por eso. Mi productor y yo presenciamos un robo y lo recuerdo como lo más absurdo y duro que he visto en mi vida, todo era una mezcla de disparos, gente corriendo y personas preocupadas porque no enfocaba bien su móvil. ¡Es tan absurdo!

En su cine hay siempre un elemento provocador, ¿lo encuentra en la realidad o lo busca?


La realidad me motiva, no busco la provocación solo por ella, pero cuando vale para destacar todo aquello a lo que no prestamos atención, me gusta utilizarla, sirve para que nos preguntemos muchas cosas. Cuando hice Play, unos niños negros pobres robaban a unos niños blancos de clase media, se levantó una enorme polémica. ¿Por qué eso era tan provocador? Porque hacía que la gente se preguntara por los temas raciales desde otra perspectiva.

En esa otra perspectiva, usted adquiere habitualmente la mirada de la mujer, ¿otra provocación en esta sociedad machista?


Y ésa es fácil. Desarrollamos un proyecto para llevar la estatua del rey Karl IX de la plaza Kungsporten en el centro de Gotemburgo a la plaza del siguiente rey, Gustav Adolfo II, su hijo, y lo llamamos ‘Daddy Go Home’. Con ello, ¡era tan evidente que faltaba la madre! ¿Dónde estaba la madre? Pedimos que alguien hiciera la estatua de la mujer, pero lo que conseguimos fue un rechazo de todas las partes, de la izquierda, la derecha, el centro… Todos terminaron defendiendo a un rey que instauró la quema de brujas.


Prejuicios, vergüenza, mala conciencia…


Mala conciencia, me interesa muchísimo la mala conciencia que tienen los personajes. Pienso mucho en Cuento de Navidad, de Dickens, en la conciencia culpable. Me fascina cualquier referencia al fantasma de Marley que persigue a Scrooge y en cómo va a seguir adelante con esa culpa y esa vergüenza que acarrea.

Sus películas siempre 'provocan' polémica, ¿satisfecho?

La cultura motiva mucho y eso es muy importante. Y ahora necesito más dinero para poder seguir.


FUENTE: publico.es
Begoña Piña
Madrid - 10/11/2017
Es doloroso y duro tener que decirlo, pero corroboro el razonamiento de Robert Östlund.

Los ciudadanos ya contribuimos económicamente, vía impuestos (muchos, caros e insolidarios) para el sostenimiento del estado. Es él, y no nosotros, quien tiene que solucionar el problema, en lugar de generar complejo de culpa en la ciudadanía, bombardeándonos con mensajes tales como: solidaridad, apoyo, respaldo, ayuda, altruismo... 

Y es que, mientras le sigamos el juego al estado, realizando su trabajo y apoquinando dinero de nuestros esquilmados bolsillos, por mucho que nos duela y conmueva la situación de los pobres y desposeídos, él continuará desviando dinero hacia otros fines más lucrativos, haciendo dejación de su deber y dándole la espalda a la pobreza.

Es responsabilidad del estado, no de los ciudadanos.

Aunque razonar esto resquebraje nuestras entretelas, le estamos haciendo un flaco favor a los más necesitados. Hay que asumir que las tristes limosnas que aportamos, lejos de solucionar el problema contribuyen a agravarlo, porque son pan para hoy y hambre para mañana.
¡¡¡Exijamos a nuestros gobiernos 
una auténtica solución, ya!!!


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